miércoles, 14 de septiembre de 2016

Mi primera monografía

Cuando el profesor de Filosofía nos dijo hace un par de semanas que el parcial de la materia iba a consistir en elegir un tema cualquiera que nos guste y relacionarlo con algo que hubiésemos visto en clase me vi emocionada. La idea me parecía divertida e interesante, aunque actualmente estamos viendo filósofos un poco más contemporáneos como Descartes, hemos visto, en el cuatrimestre anterior, desde los presocráticos.

Había un tema en particular que me había gustado mucho, los ídolos de Bacon. Siempre me gustó el tema de los falsos ídolos, incluso desde que lo veíamos en el colegio en la materia Formación Cristiana. Inmediatamente supe que quería hablar de eso. Teníamos que preparar una monografía de tres hojas de contenido.

Pensé que sería fácil, simplemente hablar y ya, pero no tardé en encontrarme con mi primer desafío: ya sabía qué tema quería tratar pero..., ¿con qué relacionarlo?

Tardé alrededor de tres semanas en decidirme por un tema, había cosas que me llamaban la atención, miles de ideas, pero tan pronto como fijaba mis ojos en ellas, se escapaban. La idea de relacionar mi tema con Harry Potter me golpeó de lleno, fue a mitad de una clase y la sensación de saber de qué iba a hablar me llenó de paz. Siempre me consideré una persona de la casa de Slytherin, más allá de los test y la imagen de chicos malos que uno suele tener de ellos. Sé perfectamente que la casa de las serpientes es repudiada por muchos o simplemente categorizada; no muchos pueden ver lo que hay más allá de las simples apariencias. Fue eso mismo, el amor que le tengo a mi casa, lo que me hizo seguir adelante con mi decisión.



Entonces... tenía todo listo, pan comido, ¿no? ¡NO!

Escribir la monografía fue todo un desafío, no solo basta con plantear lo que uno cree sino que hay que justificarse con el planteamiento teórico que uno eligió. No bastó con tener que leer lo referente a los ídolos en la obra de Bacon, Novum Organum. Tuve que recurrir a mucha más bibliografía, tanta que, llegado un punto, no sabía si había sacado X cosa de tal libro o Y cosa de tal otro. Fue muy mareante pero, de alguna forma logré no solo hacer la introducción sino también el desarrollo y la conclusión.

Siendo la primera vez que escribo algo de este estilo, no puedo evitar sentir un gran orgullo y satisfacción personal. Sé que probablemente tenga muchísimos errores, pero también tengo la confianza de que soy una simple estudiante, esta es la etapa en la que tengo que caerme, aprender y levantarme. Toda caída deja una enseñanza.

Sinceramente, estoy aterrada. No quiero que llegue la hora de defender mi monografía la semana que viene, Filosofía es una de las materias que menos entiendo, pero eso no me va a privar de dar mi mejor esfuerzo. Si hay algo que no estoy considerando siquiera es la idea de recursar.

Este fue uno de mis primeros pasos y estoy muy agradecida con nuestro profesor, uno de los pocos que nos incentiva a, además de leer, escribir. Es una gran oportunidad de comenzar a desarrollarse más allá del carácter ficcional de una narración, hay que expandir los horizontes.

Muy pronto voy a estar subiendo en alguna entrada las nociones básicas de una monografía. Es sorprendente la cantidad de la gente que llega a la facultad sin saber escribir una (me incluyo). Creo que el estar tan perdidos en ese sentido es parte de lo que nos hace sentir tan nerviosos; si algún día llego a ser profesora de secundaria, me voy a asegurar de que mis alumnos no pasen de año sin saber escribir una monografía.

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